jueves, 14 de agosto de 2008

No vale no hacer nada

Érase una vez una niña que vivía con su madrastra y la hija de esta.
Un buen día la niña, deambulando por el bosque se encontró ante una casa que tenía dos puertas. Una era de oro y la otra de alquitrán.
Una voz le preguntó si quería entrar por la puerta de oro o por la puerta de alquitrán. La niña contestó que le parecía bien entrar por la puerta de alquitrán. Al instante le cayó encima una lluvia de oro. Cuando la madrastra vio el oro que traía la niña se apresuró a enviar a su propia hija al bosque, en busca de la casa encantada. Pero su hija, cegada por la inmediatez y la ambición, eligió entrar por la puerta de oro, y le llovió alquitrán.

Decía Simon Weil que el influjo de esta fábula infantil le duró toda la vida. ¡Que bien nos vendría que algunos compañeros leyesen fábulas infantiles más a menudo!

De cara al futuro no vale no hacer nada. No vale resignarnos y pensar que "lo que tenga que ser, será", o que "lo decidan otros"... No vale quedarse en casa a ver como salen las cosas.

Seguramente muchos tendrán la tentación de escoger la puerta de oro. El camino fácil. El camino seguro. La opción "oficial", y así si me equivoco, como muchos entrarán conmigo por esa puerta, al menos no me equivoco solo y no quedo en evidencia.

Lloverá alquitrán.

La opción de escoger la puerta de alquitrán es menos agradecida. Es minoritaria. Más feucha. A muchos nos acusarán de muchas cosas. Nos acusarán incluso de algunas cosas que si somos. Pero si finalmente reunimos la valentía de cruzar la puerta, la lluvia será de oro.

Aun queda tiempo para que alguien se ponga en pie y pida a los/as delegados/as que reunan el valor de cruzar todos juntos la puerta de alquitrán. No mucho, pero queda.

Lo único que hay que hacer, es no cegarse por la inmediatez de lo correcto, por la gula de lo conveniente, por la facilidad de la mayoritario o por el silencio de la cobardía.

Solo hay que dar el paso. Cuando uno se queda quieto, nadie le acompaña a ningún sitio. Solo cuando andamos, nos damos cuenta de la cantidad de gente que camina en nuestra misma dirección.

Alex.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando existe claridad en las ideas y determinación para soñar y llevarlas a la práctica todo es mejor para todos, no solo para unos pocos.
Que grato es ver como hay gente, mucha gente, que no se deja cegar por becerros de oro.

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